Una esperanza de mejora está en la capacidad creativa, en la solidaridad de los afectos, en la cooperación en el trabajo, en el gusto por aprender y respetar los distintos puntos de vista que significan, en recobrar nuestra memoria colectiva, en los sentimientos que revelan los potenciales creativos del hombre, que perduran atravesando más allá del individualismo y el desamor.
Si de transformación en transformación se confirma la permanencia que compartimos juntos elementos y seres habitantes de la Tierra, resulta evidente, como dice Jodorosky que “no se nace ni muere. La vida es eterna” (2005. Donde mejor Canta el Pájaro, Barcelona, Ed. Siruela). Nadie está separado. Pero es otra la realidad que se forma desde el egoísmo y su legitimación de la crueldad y la violencia de intereses privados que predominan sobre los asuntos públicos.
La creatividad, capacidad de elegir con libertad, sin coacción; el derecho de conocer; y la posibilidad de aprender por la experiencia propia a través del acierto-error, requieren ya no privarnos de ser lo que realmente somos, dejar de agrandar los vacíos interiores, la soledad, que propicia el desamor como incapacidad de existir. La pérdida del pasado se ha convertido en una manera de no encontrar el lugar y el papel que a cada quien le corresponde. Por eso, se extiende cada vez más el rechazo a la fraternidad. Se imponen prejuicios abusivos que legitiman la humillación, en pos de una supuesta “superioridad” por desbaratar a otro.
Individualismo absolutista, valores del egocentrismo, individuos completamente desconectados entre si que únicamente persiguen su propia ventaja, su ganancia, su placer, son una aberración que la concentración del poder ha provocado hasta sus extremos de genocidio y destrucción natural. Frente a eso hay una solidaridad humana que perdura, atravesando las estructuras y los impulsos del comportamiento humano. Hay otra dimensión de la existencia real, con una autónoma que desde la interioridad psíquica primordial produce otra conciencia del mundo.
Nuevas Inter subjetividades implican otros acuerdos, si es difícil saber qué futuro estamos forjando desde ahora, ya sabemos que sí queremos y que nos tiene perdidos de la vida. Hay otras vivencias interiores, profundas, que subsisten en la confusión. Hay que tomarnos de esas experiencias directas, evidentes para todos: como la abundancia del tiempo, lo irrestricto e incondicional de los afectos, los recursos naturales que resultan muy evidentes y a la mano desde la conjugación del nosotros somos, en el presente de los otros son lo que todo y todos somos, que demuestran cómo se acaba la “ilusión del yo-tú” desde la que se ha forjado la sinrazón de la economía capitalista desde sus orígenes. Ya no se puede oprimir más al mundo que está resurgiendo con esperanza de futuro por el potencial creativo humano interior y común, para hacer un mundo mejor.
Si de transformación en transformación se confirma la permanencia que compartimos juntos elementos y seres habitantes de la Tierra, resulta evidente, como dice Jodorosky que “no se nace ni muere. La vida es eterna” (2005. Donde mejor Canta el Pájaro, Barcelona, Ed. Siruela). Nadie está separado. Pero es otra la realidad que se forma desde el egoísmo y su legitimación de la crueldad y la violencia de intereses privados que predominan sobre los asuntos públicos.
La creatividad, capacidad de elegir con libertad, sin coacción; el derecho de conocer; y la posibilidad de aprender por la experiencia propia a través del acierto-error, requieren ya no privarnos de ser lo que realmente somos, dejar de agrandar los vacíos interiores, la soledad, que propicia el desamor como incapacidad de existir. La pérdida del pasado se ha convertido en una manera de no encontrar el lugar y el papel que a cada quien le corresponde. Por eso, se extiende cada vez más el rechazo a la fraternidad. Se imponen prejuicios abusivos que legitiman la humillación, en pos de una supuesta “superioridad” por desbaratar a otro.
Individualismo absolutista, valores del egocentrismo, individuos completamente desconectados entre si que únicamente persiguen su propia ventaja, su ganancia, su placer, son una aberración que la concentración del poder ha provocado hasta sus extremos de genocidio y destrucción natural. Frente a eso hay una solidaridad humana que perdura, atravesando las estructuras y los impulsos del comportamiento humano. Hay otra dimensión de la existencia real, con una autónoma que desde la interioridad psíquica primordial produce otra conciencia del mundo.
Nuevas Inter subjetividades implican otros acuerdos, si es difícil saber qué futuro estamos forjando desde ahora, ya sabemos que sí queremos y que nos tiene perdidos de la vida. Hay otras vivencias interiores, profundas, que subsisten en la confusión. Hay que tomarnos de esas experiencias directas, evidentes para todos: como la abundancia del tiempo, lo irrestricto e incondicional de los afectos, los recursos naturales que resultan muy evidentes y a la mano desde la conjugación del nosotros somos, en el presente de los otros son lo que todo y todos somos, que demuestran cómo se acaba la “ilusión del yo-tú” desde la que se ha forjado la sinrazón de la economía capitalista desde sus orígenes. Ya no se puede oprimir más al mundo que está resurgiendo con esperanza de futuro por el potencial creativo humano interior y común, para hacer un mundo mejor.
wow...
ResponderEliminarleerlo me ha transformado...
la inspiración, por ósmosis, se transmite de palabra a espíritu, de corazón a corazón...
siento una profunda conmoción...
espacio interno...
tqm *