Somos todos de historia y presente.
Entender las causas que existieron en el pasado tal como se manifiestan en sus resultados presentes es una manera de darse cuenta de que algo se está transformando. Es bastante ocioso querer cambiar los hechos que de por si, no se dedican a otra cosa más que a sucederse en paisajes sin parar. Ya en si mismo realizarnos con otras actitudes nos mueve en la dirección deseada. Aunque sí se puede insistir en que eso, no por desear nada más, sino por realizar de otra manera.
Entender las causas que existieron en el pasado tal como se manifiestan en sus resultados presentes es una manera de darse cuenta de que algo se está transformando. Es bastante ocioso querer cambiar los hechos que de por si, no se dedican a otra cosa más que a sucederse en paisajes sin parar. Ya en si mismo realizarnos con otras actitudes nos mueve en la dirección deseada. Aunque sí se puede insistir en que eso, no por desear nada más, sino por realizar de otra manera.
Sería mucho más constructivo estar abandonados al "Ello" o a los "Otros" o mejor a "Nosotros", pero en el presente la cotumbre es dejarnos al abandono del "Yo": EL ego es la patente más vendida, mejor comprada, moneda común, medida de todo. Y ya resulta tan hartante que a veces, la determinación de cambiar, empieza por atender rezagos históricos, causas olvidadas de desamor que se ponen de manifiesto socialmente y en lo que resulta ser cada sujeto, tal como se encuentra ahora mismo, como la gran mayoría, que todavía no se están dedicando a recobrarse a reintegrarse.
Lo que se puede comprobar muy facilmente. Basta con revisar simplemente si dejas de lado tu sentir y tu ser, y haces alguna de las siguientes tres cosas: vas contra ti mismo, favoreces circunstancias que no te benefician; y te pones de acuerdo y te juntas con amigos que son enemigos o directamente con quienes te dañan.
Para recobrar el bienestar y la felicidad es útil dejar de hacer eso, observarnos por ejemplo: queriendo tener siempre la razón, en lugar de aceptar que se puede “estar equivocado”, que “no se sabe algo”, se trata de un punto de vista entre otros, y lo que decimos de algo, sólo “hasta cierto punto es cierto”, o según “lo que yo sé”, que ya matiza los preceptos infalibles del Ego que hace girar a todos y a todo en torno de universos completos que edificamos como nuestros "sí mismos", fragmentados y separados de todo lo demás, pero al fin m"mundos completos" como los que vemos todos los días,. en cualquier ciudad.
Para recobrar el bienestar y la felicidad es útil dejar de hacer eso, observarnos por ejemplo: queriendo tener siempre la razón, en lugar de aceptar que se puede “estar equivocado”, que “no se sabe algo”, se trata de un punto de vista entre otros, y lo que decimos de algo, sólo “hasta cierto punto es cierto”, o según “lo que yo sé”, que ya matiza los preceptos infalibles del Ego que hace girar a todos y a todo en torno de universos completos que edificamos como nuestros "sí mismos", fragmentados y separados de todo lo demás, pero al fin m"mundos completos" como los que vemos todos los días,. en cualquier ciudad.
De igual modo, observar si estamos juzgando a todos, echandoles la culpa por todo y hablando mal, cuando es imposible saber realmente todo lo que influye en la determinación de una cosa, un comportamiento, un grupo, etc. También con mucha frecuencia se toman las cosas personalmente como si fuéramos el centro del universo y nada más tuviera importancia. El egoísmo es un estorbo que no deja integrase con los otros y ser lo que en realidad somos: todos galácticos interconectados.
Conjuntos de energía, partes de la fuerza que mueve al universo, la misma fuerza. En fin amaneceres y soles, parvadas de pájaros y mariposas, elefantes, océanos infinitos que sólo son el 1 por ciento de este planeta hermoso, latidos y suspiros. Somos múltiples, polivalencias, de todos infinitos, conectados.
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