La valentía y la determinación que se necesitan para alcanzar una finalidad, sólo se vuelven dedicación a ese motivo si hay la paciencia suficiente para poner de acuerdo al ego con el Yo.
Persistencia no aletargamiento, enfoque consistente de las metas y objetivos no flojera, es lo que se necesita para poner de acuerdo el mitote mental del ego con las realizaciones del yo. Para hacer descubrimientos o realizar invenciones y cambiar algo, se requiere paciencia más que otra cosa. Para convivir, lo mismo. Y no es tan fácil apartarse del camino que uno sigue, dejar que todo pase y, enseguida, reanudar la marcha:
"A menudo la paciencia se lleva el aplauso que corresponde a la fatiga" en http://www.frasedehoy.com/call.php?file=frases_mostrar&frase_id=4284&ordenado_por=viejos&page=2
En efecto, se sabe que la paciencia es la madre de todas las virtudes y de todas las ciencias. Por eso, Isaac Newton decía: “Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que por cualquier otro talento”. Pero se trata sobre todo de tener una confianza y una estimación del yo mismo en su conexión con todo lo demás, auténtico Yo-nosotros. Incluso en lo externo o en la bastedad de Dios que corrobora Santa Teresa de Jesús es muy claro que paciencia es una acción replegada en si mismo:
“Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta", la paciencia es mirarse en su interior.
Y lo mejor de la paciencia lo descubre San Agustín, cuando dice que “la recompensa de la paciencia es la paciencia”. Cada vez que sale a la luz el asunto de la paciencia se está moldeando el propio carácter; cuando salta el afán de conquista y de actividad, simultáneamente se requiere de una conciencia compasiva que concentra, no dispersa, la energía vital. Y esa paciencia es una acción adecuada antes de batallas para alinear el ego con el Yo.
Persistencia no aletargamiento, enfoque consistente de las metas y objetivos no flojera, es lo que se necesita para poner de acuerdo el mitote mental del ego con las realizaciones del yo. Para hacer descubrimientos o realizar invenciones y cambiar algo, se requiere paciencia más que otra cosa. Para convivir, lo mismo. Y no es tan fácil apartarse del camino que uno sigue, dejar que todo pase y, enseguida, reanudar la marcha:
"A menudo la paciencia se lleva el aplauso que corresponde a la fatiga" en http://www.frasedehoy.com/call.php?file=frases_mostrar&frase_id=4284&ordenado_por=viejos&page=2
En efecto, se sabe que la paciencia es la madre de todas las virtudes y de todas las ciencias. Por eso, Isaac Newton decía: “Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que por cualquier otro talento”. Pero se trata sobre todo de tener una confianza y una estimación del yo mismo en su conexión con todo lo demás, auténtico Yo-nosotros. Incluso en lo externo o en la bastedad de Dios que corrobora Santa Teresa de Jesús es muy claro que paciencia es una acción replegada en si mismo:
“Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta", la paciencia es mirarse en su interior.
Y lo mejor de la paciencia lo descubre San Agustín, cuando dice que “la recompensa de la paciencia es la paciencia”. Cada vez que sale a la luz el asunto de la paciencia se está moldeando el propio carácter; cuando salta el afán de conquista y de actividad, simultáneamente se requiere de una conciencia compasiva que concentra, no dispersa, la energía vital. Y esa paciencia es una acción adecuada antes de batallas para alinear el ego con el Yo.